domingo, 18 de noviembre de 2007

Variantes Nacionales del Mercantilismo II


FRANCIA:

El caso francés pone una gran empeño en fomentar la industria por medio de la intervención del Estado ya sea eximiendo de impuestos a las empresas o poniendo dinero encima de la mesa si hace falta. Esta obstinación por fomentar la industria reside en la gran importancia, y pilar del pensamiento, del autoabastecimiento. Hay una gran preocupación en el comercio donde una balanza comercial positiva es necesaria, fácilmente realizable si se fomenta la industria de forma adecuada.

Los autores franceses de la época como Colbert, Laffemas o Montchrétien hacen frente a cuestiones prácticas frente a las morales o filosóficas. Se centran en pequeños problemas reales antes que idear grandes objetos de estudios. Eran poblacionistas, población que debía estar siempre ocupada en el trabajo y siempre en sectores productivos.

En el comercio su gran objetivo era obstaculizar las importaciones y fomentar las exportaciones basándose en la teoría de la “suma cero”. Las manufacturas debían exportarse y el Estado facilitar tal acto, no obstante, las materias primas y otras importaciones debían someterse a aranceles para evitar excesos en las pérdidas.

Es interesante ver como el pensamiento comercial francés no ha cambiado mucho. Francia es, por ejemplo, uno de los pocos países de Europa occidental que exporta energía en lugar de importarla. El autoabastecimiento energético fue una de las promesas de De Gaulle en los años sesenta y la masiva construcción de plantas nucleares se ha mostrado a la larga positiva. Los franceses siempre han sabido vender sus productos, no siempre mejores, como el vino, queso o autores.

En conclusión, estos autores franceses defienden una autosuficiencia nacional rozando la autarquía del país basándose en una industria potentísima.



PAÍSES BAJOS:

En el caso holandés el comercio será el sector clave. De este modo, las ideas proteccionistas serán más moderadas. Tras la caída de la tercera gran flota española a principios del siglo XVII las compañías de la India inglesa y holandesa tienen vía libre en los nuevos mercados. Se crea la bolsa de Ámsterdam para regular los precio y fortalecer el comercio sin perder su control. Al entrar en bolsa la compañía de las Indias holandesa (causa real de la fundación) conocerá una revalorización gigantesca. No es por casualidad si fueron los propios accionistas de la empresa quienes crearon la bolsa de Ámsterdam.

Un autor de gran importancia fue Joseph de Vega, en 1668 escribe lo que hoy se ha denominado como el primer tratado bursátil, “Tratado de confusión de confusiones” en 1668. No se trata de una teorización sino más bien un escrito que narra e intenta explicar lo que acontece en la bolsa.

Hugo Grocio, coincidiendo con la “tregua de los doce años”, publicó “Mare Liberum” en 1609. Explicaba una de las facetas más importantes para los Países Bajos en la época, la libertad de navegar y comerciar por el mar. Las aguas como una zona de libre paso internacional. Esta pensamiento viene a resumir la idea comercial de los Países Bajos. Un país pequeño, sin fuerza suficiente para hacer frente a las grandes potencias que puede hacerse muy rico si es hábil a la hora de comerciar. Es curioso ver como en una gran potencia marítima y comercial como Gran Bretaña que quiere, y pudo, hacerse con el control de los océanos aparece un libro titulado “Mare Clausum” de John Selden. La idea es totalmente diferente, el mar debía estar cerrado y el comercio dentro de él totalmente controlado para evitar que escasearán sus materias y artículos. El mar como una apropiación nacional.
Cada autor defiende la opción que más le conviene a su país. Ya sea Grocio pidiendo la libertad de transito por el mar. Un mar abierto sin restricciones que permita a su “Compañía Holandesa de las Indias” enriquecerse sin tener que pagar más de la cuenta por el camino. O Selden abogando por un mar apropiado. Único a su país donde nadie moleste y permita a Gran Bretaña hacerse con todo aquello que le sea necesario para tener la hegemonía.

Por Diego.

1 comentario:

David Alonso dijo...

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