Una de las grandes características de la Edad Moderna es su economía más compleja que las anteriormente conocidas en Europa. Con esto se quiere poner en relevancia la llegada de elementos novedosos como el objetivo de la mayoría en obtener beneficios, o lo que es lo mismo, un principio del Capitalismo; también encontraremos un fuerte aumento de nuevos mercados por el mundo gracias a los descubrimientos de la época.
No es casualidad si a esta época se la llama “The First Global Age” (“La Primera Edad Global”) si pensamos que dos continentes tan inmensos como África y América “abren” sus puertas al comercio europeo, y sin olvidarnos de Oriente donde llegarán nuevas rutas. A todo esto se le suma el gran avance que sufren las comunicaciones y, sobretodo, la velocidad con la que se transmiten las noticias, llegan las mercancías o se desplaza la gente. Todo ello se ve multiplicado en pocos años. Sin duda, se puede empezar a hablar de un mundo que empieza a estar globalizado.
Pese a todos estos elementos de avance que vemos surgir en Europa durante la Edad Moderna, esta no se podrá soltar aún de algunas de las riendas que la sujetan a la Edad Media.
La Economía, hoy establecida como una ciencia más con vida propia, no era tal en la Edad Moderna. El vocablo económica” tenía un sentido menos amplio pues hacía referencia al “gobierno de la casa”. El concepto de “público” y “privado” estaba prácticamente separado y los grupos clientelares eran habituales. No obstante, será durante la Edad Moderna, ya sea por necesidad de control estatal o por una simple relación de poder, cuando las instituciones cobren una gran importancia. Estas eran el medio de transferencia entre el dinero privado y el público. De esta misma forma, los parlamentos se volverán la vía de la realeza gobernante para conseguir dinero pues serán avaladas por estos frente a sus prestamistas. Con esta situación, se encontrarán en el centro de la Revolución Financiera.
Diego
No hay comentarios:
Publicar un comentario